domingo, 27 de mayo de 2012

El linaje del Sacerdote

Y cuando comenzó su ministerio, Jesús mismo tenía unos treinta años, siendo, como se suponía, hijo de José, quien era hijo de Elí, y Elí, de Matat; Matat, de Leví; Leví, de Melqui; Melqui, de Jana; Jana, de José; José, de Matatías; Matatías, de Amós; Amós, de Nahúm; Nahúm, de Esli; Esli, de Nagai; Nagai, de Maat; Maat, de Matatías; Matatías, de Semei; Semei, de José; José, de Judá; Judá, de Joana; Joana, de Resa; Resa, de Zorobabel; Zorobabel, de Salatiel; Salatiel, de Neri; Neri, de Melqui; Melqui, de Adi; Adi, de Cosam; Cosam, de Elmodam; Elmodam, de Er; Er, de Josué; Josué, de Eliezer; Eliezer, de Jorim; Jorim, de Matat; Matat, de Leví; Leví, de Simeón; Simeón, de Judá; Judá, de José; José, de Jonán; Jonán, de Eliaquim; Eliaquim, de Melea; Melea, de Mainán; Mainán, de Matata; Matata, de Natán; Natán, de David; David, de Isaí; Isaí, de Obed; Obed, de Booz; Booz, de Salmón; Salmón, de Naasón; Naasón, de Aminadab; Aminadab, de Admín; Admín, de Aram; Aram, de Esrom; Esrom, de Fares; Fares, de Judá; Judá, de Jacob; Jacob, de Isaac; Isaac, de Abraham; Abraham, de Taré; Taré, de Nacor; Nacor, de Serug; Serug, de Ragau; Ragau, de Peleg; Peleg, de Heber; Heber, de Sala; Sala, de Cainán; Cainán, de Arfaxad; Arfaxad, de Sem; Sem, de Noé; Noé, de Lamec; Lamec, de Matusalén; Matusalén, de Enoc; Enoc, de Jared; Jared, de Mahalaleel; Mahalaleel, de Cainán; Cainán, de Enós; Enós, de Set; Set, de Adán; y Adán, de Dios. Lucas 3:23-38
Muchos debates han habido ante esta genealogía ya que hay quienes aseguran ver aquí el linaje de Jesús por parte de María. Muchos creen que Helí es el mismo que Heliaquin, o Joaquín, padre de la santísima Virgen y que la palabra qui fuit Helí, quiere decir, que José fue yerno de Helí. Según esta opinión, aquí se describe la genealogía de Jesús por los ascendientes de María su madre, y en San Mateo por los ascendientes de San José. No es una genealogía innecesaria, como se dijo anteriormente. No es por vanagloria como suelen ser las de los grandes hombres. Demuestra que nuestro Señor Jesús es de la nación y familia de la cual iba a surgir el Mesías. La promesa de la bendición fue hecha a Abraham y su descendencia; la del dominio, a David y su descendencia. Se prometió a Abraham que Cristo descendería de él: Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra Génesis 12:3; Y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra, porque tú has obedecido mi voz. Génesis 22:18; y a David que descendería de él, ‹Cuando tus días se cumplan y reposes con tus padres, levantaré a tu descendiente después de ti, el cual saldrá de tus entrañas, y estableceré su reino. 2 Samuel 7:12; Yo he hecho un pacto con mi escogido, he jurado a David mi siervo: Salmo 83:3, y siguientes; El Señor ha jurado a David una verdad de la cual no se retractará: De tu descendencia pondré sobre tu trono. Salmo 132:11; por tanto, a menos que Jesús no sea hijo de David, e hijo de Abraham, no es el Mesías. Este pasaje empieza con una afirmación muy sugestiva: nos dice que cuando Jesús inició su ministerio tendría unos treinta años. ¿Por qué tuvo que pasar treinta años en Nazaret cuando había venido a salvar al mundo? Algunos creen que José murió bastante joven, -hay quienes aseguran que fue cuando Jesús tenía unos catorce años de edad y José se encontraba haciendo trabajos de restauración en el castillo de Herodes; ante la muerte de José, Jesús acude ante este últimos a pedir indemnización para su madre y que al no conseguir el favor de Herodes tuvo que encargarse del sostenimiento de su madre María y de sus hermanos y hermanas más jóvenes, y que sólo cuando ya fueron lo suficientemente mayores como para encargarse del taller Jesús se sintió libre para marcharse de Nazaret y lanzarse al mundo a cumplir su misión. Sea eso o no cierto, tres cosas son verdad.
i) Era esencial que Jesús cumpliera con la mayor fidelidad los deberes más limitados de la vida familiar antes de asumir la misión universal de salvar al mundo. Fue cumpliendo meticulosamente las pequeñas obligaciones de la vida familiar como Jesús se preparó para su gran misión. Cuando contó la parábola de los talentos, la palabra para los siervos fieles era: «Su Señor le dijo: «Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor.» Llegando también el de los dos talentos, dijo: «Señor, me entregaste dos talentos; mira, he ganado otros dos talentos.» Su Señor le dijo: «Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor.» Mateo 25:21, 23. No cabe duda de que estaba hablando por propia experiencia. Cuando murió la madre de cierto gran hombre, dijo él: «No puedo recordar que nunca se dejara nada a medio hacer.» Eso pasó con Jesús: porque cumplió fielmente las pequeñas obligaciones, Dios le encargó la más grande tarea que se haya realizado o se haya de realizar en este mundo.
(ii) Esto le dio la oportunidad de poner en práctica sus enseñanzas. Si hubiera sido siempre un maestro vagabundo y sin hogar ni obligaciones ni lazos humanos, se le habría podido decir: «Tú, ¿qué derecho tienes a hablar de las relaciones y las obligaciones humanas, si tú no las cumples?» Pero Jesús podía decir: «no hagas lo que yo te digo; sino haz lo que yo hago.»
Tolstoi siempre estaba hablando del amor, pero su mujer dijo de él: «¡Hay tan poco calor genuino en él! La amabilidad no le sale del corazón, sino sólo de sus principios. Sus biógrafos dirán que ayudó a los trabajadores a llevar cubos de agua, pero nadie sabrá que nunca le dio a su mujer un momento de descanso, ni que nunca, en estos treinta y dos años, le llevó a su hijo un vaso de agua o pasó cinco minutos al lado de su cama para darme a mí la oportunidad de descansar un poco de mis trabajos.» Nadie podrá decir nada semejante de Jesús. Él vivió en casa lo que predicó por ahí.
(iii) Si Jesús iba a ayudar a los hombres, tenía que saber cómo vivían. Y porque había vivido aquellos treinta años en Nazaret, conocía las dificultades de ganarse la vida, la constante inseguridad que se cierne sobre el trabajador, el mal genio que tiene a veces el cliente, los morosos, etc. Es la gloria de la Encarnación que no podemos arrostrar ningún problema de la vida que Jesús no haya conocido por sí.
Anteriormente habíamos afirmado que los judíos estaban muy interesados en las genealogías. Los sacerdotes especialmente tenían que demostrar que descendían de Aarón, y sus genealogías se guardaban en los archivos públicos. En tiempos de Esdras y Nehemías hubo sacerdotes que perdieron el trabajo por no poder presentar sus genealogías: y de los hijos de los sacerdotes: los hijos de Habaía, los hijos de Cos, los hijos de Barzilai, que había tomado por mujer a una de las hijas de Barzilai galaadita, con cuyo nombre fue llamado. Estos buscaron en su registro de genealogías, pero no se hallaron, y fueron considerados inmundos y excluidos del sacerdocio. Y el gobernador les dijo que no comieran de las cosas santísimas hasta que un sacerdote se levantara con Urim y Tumim. Esdras 2:61-63. Y de los sacerdotes: los hijos de Habaía, los hijos de Cos, los hijos de Barzilai, que había tomado por mujer a una de las hijas de Barzilai galaadita, con cuyo nombre fue llamado. Estos buscaron en su registro de genealogías pero no se hallaron, y fueron considerados inmundos y excluidos del sacerdocio. Y el gobernador les dijo que no comieran de las cosas santísimas hasta que un sacerdote se levantara con Urim y Tumim. Nehemías 7:63-65. Pero el problema que nos presenta esta genealogía surge cuando la comparamos con la de Mateo 1:1-17. Los hechos son: sólo Lucas nos da la sección de Adán a Abraham; la sección de Abraham a David está igual en los dos, pero la sección de David a José es casi completamente diferente. Los estudiosos del Nuevo Testamento han hecho todo lo posible por explicar estas diferencias.
(i) Se ha dicho que ambas genealogías son simbólicas, y que Mateo nos da la ascendencia de Jesús como Rey, y Lucas la sacerdotal.
(ii) Una de las primeras sugerencias que se han hecho es que Mateo nos da la genealogía de José, y Lucas la de María.
(iiif La sugerencia más ingeniosa es la siguiente: en Mateo 1:16, el padre de José es Jacob; y en Lucas 3:23, es Elí. Según la ley del levirato "Si dos hermanos comparten el mismo techo y uno de ellos muere sin dejar ningún hijo, la viuda no podrá casarse con ningún hombre de otra familia. El hermano de su marido deberá tomarla por esposa, y así cumplir con ella su deber de cuñado. (Deuteronomio 25:5), si un hombre casado moría sin tener hijos, su hermano tenía que casarse con la viuda, si estaba en posibilidad de hacerlo, para que su hermano tuviera descendencia. Cuando eso sucedía, el hijo de tal matrimonio podía considerarse hijo del primer o del segundo marido de su madre. Se sugiere que la madre de José se casó dos veces, y que José fue el hijo de Elí, que fue el segundo marido, pero que, a los ojos de la ley, era hijo del difunto Jacob. También hace falta sugerir que Elí y Jacob tenían la misma madre pero diferentes padres, y que el padre de Jacob era descendiente de David a través de Salomón, y el de Elí a través de Natán. Esta ingeniosa teoría supondría que las dos genealogías son correctas. Lo que tenemos que decir es que no lo sabemos.
Dos cosas, sin embargo, hay que notar en la genealogía de Lucas.
(i) Subraya la humanidad real de Jesús, el hecho de que fue un hombre como todos nosotros, no un fantasma ni un semidiós como los de la mitología. Para salvar a los hombres se hizo real y verdaderamente hombre.
(ii) Mateo se detiene en Abraham, y Lucas prosigue hasta Adán. Para Mateo, Jesús pertenecía al pueblo judío; para Lucas, a toda la humanidad, y por eso se remonta no sólo hasta el patriarca del pueblo de Israel, sino al padre de toda la raza humana.
Lucas quita las barreras nacionales y raciales hasta de la lista de antepasados de Jesús. Cuando le correspondió al Hijo de Dios tomar nuestra naturaleza, Él se acercó a nosotros en nuestra condición caída, miserable; pero estaba perfectamente libre de pecado: y mientras leamos los nombres de su genealogía no olvidemos cuán bajo se inclinó el Señor de la gloria para salvar a la raza humana.[/private]

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